
Han tenido que pasar cuatro años. 1600 días de mirar con preocupación el estado de los embalses para ver por fin la luz al final del túnel y anunciar el final de una sequía que no sabemos, en realidad, cuánto tardará en volver.
Ahora, de momento, toca celebrar que la Generalitat ha anunciado el fin de la alerta por sequía en el sistema Ter-Llobregat, el que abastece a Barcelona, Girona y sus áreas metropolitanas y, por tanto, el más afectado por las restricciones.
El mes más lluvioso en la historia

La imagen más representativa de la evolución y, ahora, el final de la sequía ha sido la del pantano de Sau y el campanario de su iglesia. De poder llegar a pie hasta la iglesia y más allá a principios de mes a que ahora apenas se vea sucampanario (como había sido siempre). El pantano de Sau ya está por encima del 70% de su capacidad, solo un poco por encima de la media de los embalses catalanes, que han pasado, en apenas un mes, de estar al 32% de su capacidad a un 64% actual.
Ha sido gracias a un marzo extremadamente lluvioso, el mes con más precicipitaciones en 25 años. Para hacernos una idea: en marzo del 2024 las reservas estaban en un estado crítico, con un 15% de su capacidad y la Generalitat temía por la pérdida de calidad del agua por el estancamiento de las reservas.
Pero este marzo, el más lluvioso desde 1974 (por encima de 2011, que también fue excepcionalmente lluvioso), ha cambiado las tornas, despejando del horizonte el panorama de la sequía.
Adiós a las restricciones pero… ¿adiós a la alerta?
Con el fin de la alerta, desaparecen las restricciones que todavía seguían vigentes: se acaba la reducción de riego agrícola, ganadero e industrial, y también las limitaciones domésticas como regar jardines o lavar el coche.
En Barcelona, las fuentes ornamentales de Barcelona volverán a encenderse por primera vez en más de dos años.
No obstante, esto no sirve para dar por acabada la preocupación. El sistema Ter-Llobregat pasa ahora a fase de prealerta, lo que significa que no hay restricciones obligatorias, pero sí recomendaciones de uso responsable.
Además, hay zonas que aún no pueden dar por todo finalizada la sequía. Zonas como el Empordà o municipios que dependen del embalse de Darnius-Boadella seguirán con restricciones ligeras.
Una sequía que puede volver

El final puntual de la sequía no implica volver a la normalidad hídrica, que podría no recuperarse nunca con el cambio climático. Durante 2023 y 2024, el fantasma de que la ciudad se quedara sin agua fue real, y la Generalitat llegó a activar la fase de emergencia, con las restricciones más duras de la historia reciente.
La situación ha obligado a replantear el futuro del agua en Cataluña. El Govern mantiene en marcha un plan de infraestructuras hasta 2028 que incluye nuevas desaladoras y plantas de regeneración de agua para no depender únicamente de la lluvia.
Por su parte, las desaladoras, clave durante la sequía, seguirán funcionando casi al máximo para recargar acuíferos y garantizar reservas de cara al futuro.
Por todo esto, la Generalitat recuerda que la amenaza de la sequía sigue muy viva y que el cambio climático no se ha acabado, por lo que urge seguir planeando un futuro con menos agua y tomando consciencia de la fragilidad de nuestro ecosistema.