Medio milenio. Pocos restaurantes pueden decir que nacieron solo 30 años después de Colón llegara a América o durante el reinado de Carlos I y que, 500 años después, siguen sirviendo comida a los comensales que se animen a cruzar sus puertas centenarias. En Catalunya tenemos uno de ellos, el Hostal de Pinós, que este septiembre cumplió 500 años de historia.
Fundada en 1524 en Pinós, en la comarca del Solsonés, esta histórica fonda, con una cocina que nunca ha parado de funcionar, sigue en activo a diario en el pueblo de apenas 300 habitantes donde siempre se ha encontrado. Ahora, tras medio milenio de vida, el restaurante celebra su aniversario con varios actos pero sin variar su oferta: un menú diario de 14 euros con una inmejorable cocina catalana tradicional.
La historia del restaurante
Originalmente un albergue para peregrinos, el Hostal de Pinós ha evolucionado a lo largo de los siglos para convertirse en un símbolo de la cocina tradicional catalana. Su historia, tan curiosa como pueden ser 500 años de vida, está resumida con humildad en una cronología hecha por alumnos de un colegio cercano, donde se explica que el 26 de setembre de 1524 Joan Bertran abrió el hostal en Pinós per a «per a malalts, vianants, romeus i rodamons».
En aquel momento empieza una historia ininterrumpida, que los archivos glosan con todos los propietarios que han ido pasando. No son tantos: el hostal perteneció a la iglesia, vinculado al santuario de Pinós. No es extraño: históricamente las fondas y tabernas han sido establecimientos relacionados a ermitas o santuarios, paradas habituales en los caminos que pasaban por las zonas menos pobladas.
Después ha pasado por una docena de manos para llegar hasta Móncia Segués, vecina de Pinós, quien lo lleva desde 2002 después de que su abuela ya se hubiera hecho cargo durante unos años en los 70.
Desde entonces, ofrecen un menú de 14 euros entre semana y 21 el fin de semana, con comida catalana tradicional, bastante parecida a la que se debió cocinar cuando se abrió el lugar. No existen registros de recetas, pero Mónica cuenta la evidencia: si en aquel entonces hubo conejo o cordero, y no patatas ni tomates, hoy se mantinen las carnes pero también se pueden ver las patatas enmascaradas, la escalivada, las esqueixadas, los canelones, caracoles…
¿Por qué no tiene un récord Guinness?
Curiosamente, si uno busca un listado de restaurantes más antiguos del mundo, el Pinós no aparece, pero otros sitios como el la Casa Botín (1725) en Madrid o el barcelonísimo Can Culleretes (1786) sí. Mónica lo explica con sencillez: cuando nació el Hostal de Pinós el término restaurante ni siquiera existía (nació en Francia tras la revolución Francesa). Además, el sitio nació como un hostal que daba comidas (como buena parte de los restaurantes antiguos), no como una casa de comidas exclusivamente, y en esas listas suelen aparecen sitios ya nacidos como restaurantes y que, en muchos casos, han cerrado por algunos períodos en sus largas historias.
Por eso, Mónica explica que el Hostal de Pinós, ni hostal ni restaurante, sino el establecimiento que da comidas más antiguos que jamás cerrado. Y con eso se queda tranquila, aunque tampoco parece importarle. Ella cuelga la llamada con la seguridad de estar en un lugar casi mitológico. En un rato saldrá del restaurante para ir a su casa cruzando la histórica puerta de piedra en la que, desde 1677, está esculpida la frase «Veritat és que hostal sense diners no donen res», que no se ha borrado en más 400 años.
¿Cómo llegar?
La única manera de llegar al Hostal es en coche. En un viaje de una hora y media por la C16 que pasa por Terrassa, Manresa y Súria para de ahí desviarse al interior hasta Pinós.
Y ya que estás por la montaña, puedes aprovechar para hacer una ruta de senderismo de las que te proponemos en este artículo para acabar de completar una escapada maravillosa.