De la desesperación a la alegría. Pocos veranos las lluvias han sido tan bien recibidas en Catalunya, donde los inicios del 2024 dejaban imágenes desoladoras, con cielos despejados como prados azules y un sol de justicia anunciando con su calor la persistencia de la sequía. Pocas imágenes más representativas de esa sequía que la de la iglesia del Pantà de Sau, que después de toda una vida cubierta, con su campanario «flotante» como postal del pantano, quedaba desnuda y al aire con el pantano vacío.
Pero por suerte, las lluvias han llegado. Si bien no han servido para dejar atrás el fantasma de la sequía (se vienen los meses más calurosos del año), sí que ha servido para alejarlo momentáneamente y llenar los pantanos parcialmente, para ayudar a olvidar esa imagen de marzo, cuando el embalse llegaba al 1,03% de su capacidad, el mínimo histórico desde que el pantano se inauguró en 1962.
Pero después de ir recuperando el color poco a poco con las lluvias, con cada nuevo número celebrado por todos, hoy el Pantà de Sau ha superado el 40% de su capacidad y lo demuestra con una foto que alegra a todo el mundo: la iglesia ya vuelve a estar cubierta de agua.
La iglesia, otra vez bajo agua
Los aguaceros de los últimos días que han caído en torno a la sierra de las Guilleries y la cordillera Transversal, las comarcas de Osona, el Ripollès, el Moianès y el Montseny, han hecho crecer los caudales de los ríos y eso ha derivado en una espectacular crecida del pantano de Sau, que entre el martes y miércoles pasó del 32% al 38% en tan solo 24 horas, hasta que este viernes, a las 15 horas, registraba el 40,42%.
Así, en tres meses, al pantano ha pasado del 5% al 40,30%, con 66,59 hectómetros cúbicos de agua actualmente de una capacidad total es de 165,26 hectómetros cúbicos.
El crecimiento del nivel del agua en el Pantà de Sau va de la mano del resto de embalses del país, donde la red Ter-Llobregat se encuentra ya en el 37,6% de su capacidad y embalsa un total de 230 hectómetros cúbicos.
Eso sí, esta recuperación no aleja la sequía. El pantano se encuentra lejos de su estad habitual, y por debajo de la mitad de su capacidad, por lo que los expertos no recomiendan abandonar enseguida las medidas de la fase de emergencia y las políticas anti sequía, como la promoción de las desalinizadoras.