La Castanyada, una de las fiestas catalanas más tradicionales, ya está aquí. Y por mucha competencia que le haga Halloween, la tradición se mantiene, y Barcelona huele estos días a castañas, panellets y boniatos. Pero por muy finos que nos pongamos de panellets estos días, no está de más recordar el origen de la fiesta, así que aquí va un pequeño recordatorio, ¿de dónde sale la castañada?
El día que sirve para celebrar a todos los santos a la vez
Lo primero, la fecha. Ya hace más de un milenio que los países católicos como España celebran el Día de todos los Santos el 1 de noviembre. Su origen es curioso. Como ya se sabe, en el calendario cristiano cada día está dedicado a uno o varios santos y mártires. Pero ya en el siglo VII el número de santos empezaba a ser demasiado elevado, por lo que el Papa Gregorio III quiso poner solución al asunto.
Por eso, durante su pontificado (731-741) consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en honor de todos los Santos, y determinó que el 1 de noviembre se honraría a todos los santos, de forma que ningún santo nuevo quedara sin día propio y evitando que el santoral siguiera rebosando.
Se cree que la elección del 1 de noviembre responde a la coincidencia con fiestas celtas paganas de la época en las que se veneraba a los muertos. La voluntad de la iglesia de «tapar» celebraciones paganas con celebraciones propias junto habría dado lugar a la tradición de visitar por el Día de Todos los Santos a nuestros muertos, y de ahí la costumbre de visitar el cementerio el 1 de noviembre para llevarle flores a nuestros familiares falleidos.
¿Por qué se celebra la castanyada en Catalunya?
Pero… ¿Cómo entra la Castanyada en esta tradición? Evidentemente, tiene que ver con la estacionalidad de las castañas y los boniatos, productos típicos del otoño. Aún así, el origen de la fiesta no está claro. Una versión popular explica que las castañas y los boniatos eran la cena contundente de los campaneros que habían de repicar con fuerza y por un buen rato las campanas anunciando la Noche de Todos los Santos para recordar a los fieles el rezo por las almas de los difuntos.
Así, asando castañas y boniatos para recuperar fuerzas tras las campanadas, nació, al parecer, esta tradición. Así, también, las castanyeres, figuras emblemáticas que suponen un icono del imaginario popular, con su ropa tradicional, asando castañas en las paradas de castañas repartidas por las ciudades.
En Barcelona, por ejemplo, según el Costumari catalán de Joan Amades, las castañeras de Barcelona se colocaban el Día de Todos los Santos en el Portal del Ángel y el Portal de Don Carlos (hacia la actual avenida Icària), las zonas de paso para ir a los cementerios de la ciudad: el de Poblenou y el de los apestados, que estaba en la confluencia de las actuales Passeig de Gracia y Aragó.
El origen de los panellets
En el mismo costumario, Amades explica, sobre los panellets que en algunas épocas los padrinos obsequiaban con ellos a sus ahijados, igual que por Pascua les regalaban la mona. Originariamente, según explica el departamento de Cultura Popular del Ajuntament de Barcelona, los panellets no se vendían en las pastelerías, sino en los cafés o en la calle, porque era habitual hacer una especie de apuesta para obtenerlos como premio.
Explican, también que a finales del s. XVIII las calles del Call, de la Boqueria y del Hospital acogían una feria muy popular de castañas y panellets, con puestos adornados con platos en los que se dibujaban formas con las castañas y los panellets. Amades recuerda que en cada extremo de la mesa se ponía un candelabro y, en medio, un jarrón de flores para darle aspecto de altar.
Su origen, no obstante, tampoco es del todo conocido. Un origen posible indica que, quizás, son herederos de antiguos cultos funerarios que consistían en llevar panecillos pequeños como ofrenda a la iglesia o a las tumbas de los difuntos en esta festividad. Además, el hecho de que sean alimentos de larga duración los vincula con el concepto de eternidad y recuerdo de los muertos.