Todxs hemos salido alguna vez a comer comida tradicional por la ciudad. Salidas familiares a fondas catalanes donde nos hemos puesto finos a calçots, escalivades, canelons i croquetes de carn d’olla. También hemos celebrado con amigos algún cumpleaños en un bar gallego o andaluz sentados frente a una mesa metálica a la que no paran de llegar tapas diversas que buscan su sitio entre las montañas de botellines de cerveza.
Y no hace falta hablar de las otras comidas. Desde salir a comer una pizza, a mancharse los dedos con tacos o a compartir platos infinitos de comida china, Barcelona tiene muchas maneras propiamente barcelonesas de comer. Pero, ante tanta variedad y orígenes tan dispares surge una pregunta: ¿Existe la comida propiamente barcelonesa?
Dice la norma en la cocina que cuando un plato o receta se consume durante tres generaciones pasa a ser tradicional. Por lo tanto, no queda mucho para que platos como los nachos, el hummus o el sushi se puedan considerar recetario tradicional barcelonés. Pero hoy no queremos hablar de los nuevos platos tradicionales, si no de aquellos que han formado parte de la gastronomía barcelonesa desde antaño.
Por eso, hoy, coincidiendo con La Mercè, hacemos el esfuerzo de buscar restaurantes de comida que no es ni catalana ni española (o no solo), sino barcelonesa, intentando trazar una frontera imposible y permeable, pero que nos ayude a recorrer el patrimonio gastronómico más barcelonés para celebrar como se debe la fiesta mayor de la ciudad.
Windsor
Al restaurante Windsor fuimos, justamente, a probar su menú Barcelona, un homenaje de este restaurante fino de comida tradicional catalana a la ciudad. Imitando a Nestor Luján, el gastrónomo que dedicó su vida a investigar la comida de la ciudad, el Windsor ha creado platos lo más barceloneses posibles buceando en la historia.
El menú, bien logrado, navega con acierto por tres puertos habituales de la gastronomía: la cocina popular de las casas, la cocina burguesa de los restaurantes y la cocina privilegiada del lujo. De la intersección de esta estrella de tres puntas nace el corpus gastronómico que nos define hoy. Mira los platos en el artículo que escribimos, y empieza a salivar y a plantearte una cena en homenaje a La Mercè, y a ti mismx.
Terra d’Escudella
Pocas joyas en Barcelona como el Terra d’Escudella, un local nacido con el objetivo explícito de preservar la cocina barcelonesa. Roger Sánchez creó este restaurante con la voluntad de dar una casa a aquellos platos propiamente locales y por ello, también, en 2021 inauguró en su local a exposición «Anem de fonda», un recorrido por las fondas populares de la Barcelona del siglo XIX.
En este sitio, uno de los grandes exponente de la D.O Sants, tienen un menú imbatible de mediodía (y una carta de noche) donde abundan las escudelles, las coques y os guisos de xup-xup. Una oda a la cocina catalana y barcelonesa que vale por sí solo la visita al restaurante.
Cova Fumada
Pocos restaurantes del mundo pueden decir que han creado un plato. Menos de ellos todavía, que siguen en activo. Y aún menos, que ese plato, que todavía siguen cocinando, se ha convertido en el icono de una ciudad y que ha sido reproducido hasta la saciedad. La bomba de la Barceloneta, ese plato que has probado en mil sitios, nació aquí, en este local pequeño anclado en otra época donde, por un momento, la Barceloneta vuelve a ser el barrio marinero que fue, y no el refugio de turistas que es ahora.
Los Caracoles
La comida de Los Caracoles ha perdido algo de su lustre, pero si estamos por Ciutat Vella en estos días de fiesta, una visita tonta al local sigue merienciendo la pena. En sus paredes reposan más cien años de historia de un sitio nacido en 1835. La fonda, en realidad Casa Bofarull (el nombre de la familia propietaria) recibe el nombre de ahora por el éxito de su plato estrella, así que si vas, ya sabes qué pedir.
Los Caracoles, son historia por sí mismos, pero aparte, se enmarcan en la tradición de las Fondes de sisos, un tipo de restaurante muy barcelonés nacido a mediados del s.XIX, fondas populares donde comían los trabajadores de la ciudad creciente. El nombre proviene de los seis reales que valía entonces alojarse una noche en estas fondas. Los Caracoles, una de estas fondas de sis originales, es, prácticamente, la única que queda en pie en la ciudad.
Bullanga
Y de la fonda antigua a la fonda actual. Bullanga recibe el nombre de los altercados, les bullangues, que hubo también a mediados del s.XIX en Barcelona, y que acabaron con la quema multitudinaria de iglesias. Ellos también acogen la exposición sobre las Fondas dels sisos que también hay en Terra d’Escudella, así que está todo dicho.
Butifarras, capitripas (hermano del capipota), canelones… Todo lo que le pides a una fonda tradicional barcelonesa, aquí lo encontrarás. Un menú de mediodía de 14 euros, otro para hacer esmorzars de forquilla con platazos como la lengua con alcaparras, galta al horno y bocadillos con embutidos del país y tortillas caseras. Res més a dir.
Set Portes
Al Set Portes ya fuimos a visitar su famoso arroz Parellada, su versión del arroz del Senyoret. El restaurante es un icono de la ciudad, y como la Cova Fumada, tiene el honor de haber creado no uno, si no hasta dos platos que son leyendas de la ciudad: elmencionado arroz Parellada y el pijama, famosísimo postre.
Aquí también se trabaja el recetario tradicional catalán con escalivadas, suquet con rape, los canelones… De hecho han creado el menú «La Magdalena de Proust», que busca, en sus palabras, transportarnos a las diferentes salas de la cocina catalana. Historia viva de la ciudad en un local con más de 100 años de historia.
La Sosenga
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Nuevo descubrimiento y, creemos, uno de los mejores restaurantes de Barcelona. Un restaurante pequeño y casero en la parte dura del barrio Gótico, llevada por una familia nacida en lo duro del barrio Gótico y que hace la comida catalana y barcelonesa más agradable y delicada que hemos probado últimamente. 25 euros por un menú de casi 10 pasos con bocados sencillos pero creativos, inteligentes y profundamente vinculados al territorio. Un sito maravilloso quefunciona como un reloj y que, sospechamos, costará más (porque vale mucho más) de lo que cuesta ahora mismo dentro de muy poco tiempo.
📍 C/ de n’Amargós, 1, Ciutat Vella